viernes, 25 de septiembre de 2015

EQUINOCCIO



Silencio. Así sin más. Sólo silencio. Pero del de verdad; del que sana y no miente. Hasta hoy, hasta ya. De ése otro, no más. Y si no consigues pasar hoja, cambia de libro, me dijo el alma; y si no consigues mutar de aires, cambia de piel, me dijo el co(razón). El fin es también un principio, ¿o acaso la vida no se viste de ciclo, aunque se desnude en el pálpito de su todavía centrifugada resaca?. Y aún sin mapa, hoy me siento menos perdido. Y aún sin brújula, hoy no siento para nada que perdí el norte, ni el sur, ni el éste o el aquel. Ando despacito para oír como taconean tus zapatos, sin que hagas leña del árbol imbatible de mis alientos. Camino “suavesito” para que te quedes a vivir con mis caricias desaceleradas y para que follemos en nuestros sueños como si hubiera un mañana. Perdón por mis desvaríos léxicos … quería decir en nuestras realidades. Porque de eso se trata: de acentuar, en agudo o en abierto, nuestros latidos revolucionarios y de poner juntos, los puntos sobre las íes en la palabra ilusión. Y dotarlas así, a todas ellas, de significados suficientes como para escribir nuestro propio diccionario de la real academia de la lengua de las mariposas (de las tuyas y de las mías); al margen de pasados en blanco y negro desaliñado y lejos de sus connotaciones de vinilo. Prefiero las mil heridas de una posible única victoria que un sólo rasguño de mil fracasos certeros. Pero si hay que fracasar, hagámoslo siempre con una sonrisa. “Dientes, dientes…que es lo que les jode”. Sonriamos, que para eso, créeme, tenemos sonrisas en stock para un buen rato. O para siempre. Tomémonos en broma poniéndolo todo en juego. Que la vida es muy corta y si tiene algo de cuento, que no nos la cuente nadie sin que seamos ya sus protagonistas. Recítatela en cada paso que des, aunque te precipite al vacío, que yo haré lo mismo, agarraíto de esa mano sin la que ya no sabría morir cada noche. Incluso en caída libre, se puede disfrutar de un bello paisaje. Y tu paisaje ya me atrapa. Porque huele a canela, pero también a futuro. Porque sabe a miel, pero también a rumbo. Y como bien aprendimos, no luciremos a ese dueto en trajes ceñidos de miedo. Basaremos su reflejo en el baile desnudo de nuestras esperanzas. 

Sí pero sí. 

Que el , nos sienta mejor.

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