sábado, 12 de mayo de 2012

SE TRASPASA VIDA POR NO PODER ATENDERLA


"Se traspasa Vida por no poder atenderla"


Fue el anuncio que más llamó mi atención al abrir las páginas de clasificados.

Como cada mañana de sábado cumplía yo mi anticuada y analógica costumbre de desayunar en el bar con las páginas de anuncios por delante, sabedor de que a veces se encuentra alguna ganga. No sé porqué, me decidí a llamar al número de nueve cifras que cerraba la enigmática frase, citándome con el vendedor allí  mismo una hora después.

Cuando volví al bar el tipo ya me esperaba con un montón de papeles desplegados sobre la mesa. Tenía una expresión bovina y un aire despreocupado que se transformó en mueca formal mientras iba detallándome todo lo que incluía el pack.

La vida venía con dos años de garantía, un monovolumen con aire acondicionado, una mujer guapa pero demasiado delgada, tres hijos adolescentes  y un trabajo absurdo e inútil pero bien pagado. 

Mientras firmaba los papeles del contrato incidí en el detalle de que él y yo no nos parecíamos en nada, factor que descubriría el traspaso en menos de un minuto, a lo que me contestó que no subestimara el poder de un contrato bien redactado. Antes de marcharse me preguntó que tenía pensado hacer con dos vidas. Yo no lo tenía claro, a lo mejor durante una temporada llevaba una doble vida y cuando me cansara vendería una de las dos, la que más se hubiera revalorizado.

Al tipo no le pareció mal que pensara especular con su vieja vida, y se despidió con un apretón de manos saliendo sonriente del bar en dirección a la parada de taxis. Ya con mi nueva vida en el bolsillo, pedí otro café y seguí leyendo las páginas de clasificados, sabedor de que de vez en cuando se encuentran buenas ofertas.