viernes, 29 de abril de 2011

LA PERDIZ INCOMODA DE EDUARD PUNSET



A los sabios les está permitido casi todo y Eduard Punset es uno de los sabios catalanes oficiales. Quizá por ello, ayer se atrevió a criticar el nacionalismo, el soberanismo o como se le quiera llamar en pleno Palau de la Generalitat. Eso sí, fue sutil. El divulgador científico, otrora político, fue una de las 29 personalidades que recibieron la Creu de Sant Jordi, también entregada a 15 entidades. Fue distinguido como uno de los primeros eurodiputados catalanes, al igual que Josep Antoni Duran Lleida.

A Punset, que un día, en 1982, llegó a integrar como independiente la lista de CiU en las legislativas, la de Miquel Roca, y obtuvo escaño, le correspondió hacer un breve parlamento para agradecer en nombre de todos la distinción. Fue breve pero dijo mucho. Con su aire despistado, recordó que pasó 20 años fuera de Catalunya y que estando fuera, en París, Puerto Príncipe, Bruselas y otras ciudades, centró la añoranza de su tierra natal en las perdices domesticadas que guardaba siendo un niño.

El ajeo fingido A esas perdices, relató, se las cazaba imitando su ajeo, el sonido que emiten. Y ni corto ni perezoso, se puso una mano en la boca, enrollada como un canuto, insufló aire, llenó las mejillas y golpeó una de ellas, provocando el sonido. Estupor y sonrisas en la sala. Pero Punset, serio, lanzó una advertencia:



«Aprendí que cuando un pueblo se encierra en sí mismo se va asfixiando. Cada vez fabrica menos neuronas y acaba muriendo en manos de otros».



Y volvió a su asiento con decisión. El presidente de la Generalitat, Artur Mas, ligeramente incómodo, le contestó en su parlamento, que cerró el acto.


Fuente : El Periodico de Catalunya