jueves, 21 de octubre de 2010

MI ROSA DEL DESIERTO, MI TESORO.


Siempre he sido amante de las rocas y minerales, así como de los fósiles. Algún día os hablaré de esta afición a la que me he vuelto a "enganchar" cuando mi espalda me lo permite. Hoy os muestro uno de los tesoros que eprseguí en mi visita a Túnez. Mi obsesión estaba bien definida. Quería llevarme un ejemplar de Rosa del Desierto de recuerdo para disfrutar de su silenciosa belleza en un rincón de mi salón. De pequeño me regalaron un ejemplar muy diminuto que guardaba cauteloso en mi habitación y que siempre me producía una sensación de bienestar inexplicable.


La magia de la Rosa del Desierto. Ese conjunto de formas lenticulares entrecruzadas debía ser mía. Así que pregunté al guía donde obtenerlas de buena calidad y a un precio inferior al que había visto en otros lares. La respuesta fue clara: De donde las extraen. Así que muy cerca de donde consiguen atrapar esta belleza de yeso formada como sedimentaciones en lagos salados del país, fue donde pude perpetrar mi adquisición por menos de 2 euros. El lugar, para los que os lo estéis preguntando, es Nefta, hermana pequeña del gran oasis de Tozeur, lugar sin duda menos turístico que otros lugares de Túnez, pero por eso precisamente más hermoso. Conocida como la 'Perla del Jerid', se caracteriza por sus fuentes termales y por su espléndido oasis. Y ahí estaba mi rosa. Cuatro quilos de encanto pétreo para cargar a mis espaldas hasta el aeropuerto de Barcelona. No hace falta deciros que me llevé algún que otro ejemplar, esta vez, de menos peso, para mis familiares.



Esta no. Por supuesto.


Pues ahí estoy, alelado de vez en cuando, en la calma de la noche, dejándome llevar por esos paseos en el desierto tunecino, por sus contrastes, por su riqueza visual, por su historia. Seguiré hablando de este viaje para no olvidar jamás su esencia. Creo que lo lograré a pesar de todo.