miércoles, 16 de abril de 2008

DE PASEO POR EL VIGELAND PARK DE OSLO

Una de las joyas de la capital Noruega, Oslo, es el parque Vigeland, el Frogner Park, unas 320 hectáreas de Parque, en el que se erigen cerca de doscientas esculturas de bronce, hierro o granito de hombres, mujeres y niños, en diversas poses, con las que Gustav Vigeland (1869-1943), quiso representar diversos aspectos de la vida del hombre. El mérito de Gustav reside en que, a pesar de que tenía algunos ayudantes, la gran mayoría de las estatuas las esculpió él mismo con sus propias manos, por lo que tardó años.


El paseo al parque empieza entrando a través de unas enormes verjas de hierro forjado (diseñadas y realizadas por el mismo Gustav) que quiso que sólo se cerrasen de noche y de día estuviesen abiertas, para que todo el mundo pudiese contemplar su obra sin ningún impedimento. El conjunto escultórico representa los diferentes ciclos de la vida (del nacimiento hasta la muerte) y también las penas y las alegrías, el amor y la indiferencia, el entusiasmo y la resignación, el gozo y el dolor.

Una de las figuras más famosas es el niño enfadado situado en un puente que hay cerca de la entrada con 58 figuras laterales. Allí se le llama "Sinnataggen" (Little Ungry Boy) y se encuentra hacia la mitad en la parte derecha del mismo puente. Está hecho con tanto realismo (dicen que se inspiró en uno de sus propios hijos) que es uno de los de los símbolos de Oslo. Tengo una foto con las misma cara de enfadado que él, pero que no muestro por cierto apocamiento.


Avanzando un poco más llegamos a una fuente enorme con imágenes creando el árbol de la vida. Y luego, el monolito central de granito de 17 metros de alto y 470 toneladas con 121 figuras superpuestas, todas ellas con gran expresividad y dramatismo. El monolito está rodeado por varias escalinatas por las que podemos acceder a él y a ambos lados de cada una de ellas hay enormes esculturas de hombres, mujeres y niños.


Un poco más alejado se encuentra la rueda de la vida, en la que aparecen 4 adultos y tres niños enlazados formando un círculo. Para inspirarse en su obra Vigeland viajó por Europa, interesándose también por el arte egipcio, griego y las esculturas de Miguel Angel o Rodin. En definitiva, un parque para perderse durante una mañana y en el uno jamás conseguirá sentirse solo.