martes, 12 de febrero de 2008

LOS CRÍMENES DE OXFORD O UNA NUEVA VERSION DEL CLUEDO


Como se nota que a Alex de la Iglesia le gusta el cine. Lo ha demostrado ya en muchas ocasiones, y se ha consolidado como uno de los referentes de nuestro cine, el bueno. Forma parte de mi lista de directores favoritos y esta ocasión merecía hacer un alto en el camino. Los crímenes de Oxford me parece una película acertada, una de aquellas películas de suspense a la antigua usanza, a lo Agatha Cristhie con asesinatos que deben resolverse con una mezcla de Cluedo con trasfondo filosófico y matemático que hace las delicias de quien como yo, adoramos la actuación de John Hurt en su papel del profesor Arthur Seldom (lo mejor de todo el film). ¿Puede el simple aleteo de una mariposa desencadenar un huracán en el otro extremo del mundo? En el desenlace está la respuesta. Pero hay lagunas y no son pocas: no entiendo muy bien el papel de Leonor Watling (una de mis musas de juventud, con o sin delantal made in Spain), que a pesar de su relación con los protagonistas de la película veo innecesaria su voluptuosidad. Mucho menos su relación con Martin, interpretado por un Elijah Wood que no me resultó demasiado creíble a lo largo del metraje. Leonor da para siete Elijahs y se hace evidente.


En algunos momentos los diálogos son excesivos, cargantes y a veces, hasta soporíferos que ahogan el suspense. Ahora bien, la ambientación, la música, una excelente Julie Cox, la trama que envuelve cada uno de los crímenes y que va tejiendo la causa-efecto de los mismos, es buena, que no perfecta, pero uno queda con buen sabor de boca. Un detalle: El acertijo de la sucesión del idiota aparece en el capítulo de Los Simpsons: Lisa, la Simpson. Y es más, hay momentos que la relación Arthur-Martin (casualidad) me recordó a la de Regreso al Futuro, cosas mías. En definitiva, para los amantes de Fibonacci, Pitagóras, Wittgenstein, Turing, el cubo de Rubik y muchas series lógicas, esta es una buena opción, como mínimo teniendo en cuenta la cartelera de cine español a la que, desgraciadamente, nos tienen acostumbrados.