miércoles, 24 de octubre de 2007

JACQUES BERNOUILLI: UNO NO SE PUEDE FIAR NI MUERTO



Hay una historia de Jacques Bernouilli. matemático y físco suizo (1654-1705), que es realmente curiosa. Se maravilló tanto con una curva que la llamó espiral mirabilis (la de la foto). Y no es para menos, si tenemos en cuenta algunas de las cosas que consiguió con esta curva :

La expresó en polares (lo cual justifica su otro nombre de espiral logarítmica), verificó que mientras que el ángulo de giro aumenta en progresión aritmética, el radio correspondiente lo hace en progresión geométrica, verificó su autosemejanza, lo que la emparenta con los fractales y encontró que coincide con su evoluta, con su podaria, con su cáustica de reflexión y con su cáustica de refracción. Hasta aquí bien, para quien lo entienda.

Tan orgulloso estaba de haberlo descubierto que pidió fuese grabada en su lápida junto a la expresión Eadem mutata resurgo (aunque cambiado resurgiré), aludiendo a las propiedades de la espiral. Y así se puede ver en la tumba del matemático en Basilea, aunque con una salvedad y ahí radica la curiosidad: el cantero cometió un lapsus y en lugar de la espiral logarítmica le dibujaron en la tumba una espiral de Arquímedes. Lo dicho, ni muerto uno se puede fiar.


En su epitafio se lee:

Amado por su familia: Jacob Bernoulli, el incomparable matemático, más de 18 años profesor de la Universidad de Basilea, miembro de las Reales Academias de París y Berlín, famoso por sus escritos, por una enfermedad crónica, completamente lúcido hasta su muerte, en el año de gracia de 1705, el 16 de agosto, a la edad de 50 años y 6 meses, falleció esperando la resurrección. Judith Stupan su mujer durante 20 años, ha erigido un monumento junto con sus dos hijos al marido y padre que tanto echan de menos.