martes, 19 de junio de 2007

APOCALIPSIS O PATALETA DE NEWTON?

Sir Isaac Newton, científico británico, descubridor de la ley de gravedad, además de la física y la alquimia, estudió profecías apocalípticas escritas en la antigüedad. En una exposición ianugurada ayer en la Universidad Hebrea de Jerusalén. previó que el fin del mundo llegaría en 2060!.

Entre los manuscritos del científico hay uno en el que trata de calcular el fin del mundo según el libro del profeta Daniel en el Antiguo Testamento y llega a la conclusión de que se producirá en el año 2060. Segun él, debían pasan 1.260 años entre la refundación del Santo Imperio Romano por Carlomagno, en el año 800, y el fin de los tiempos. El documento, adquirido por un investigador judío en una subasta en 1936, forma parte de los fondos de la biblioteca desde 1969 y había sido conservado hasta hoy en una caja fuerte.

Newton comenta, además, en el manuscrito que realiza estos los cálculos no tanto por saber la fecha del fin del mundo, como por acallar a la ola de predicadores que, en su tiempo, vaticinaban un próximo Apocalipsis, "y que hacen que las sagradas escrituras caigan en el descrédito cuando sus profecías fallan". Con lo cual uno se queda más tranquilo, al pensar que es posible que el cáculo se tratara más de una pataleta de Sir Newton que de un cálculo matemático. O al menos eso espero.

LA FOTO

"Free"

Foto hecha en el Vigeland Park de Oslo en el interior del Frognerparken, situado al oeste del centro de Oslo (Aquí)

EL ÁRBOL DE LOS PROBLEMAS

El carpintero que había encontrado para ayudarme a reparar una vieja granja acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se dañó y le hizo perder una hora de trabajo y ahora su antiguo camión se negaba a arrancar. Mientras lo llevaba a casa se sentó en silencio, emfurruñado, y una vez llegamos, me invitó a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos. Cuando se abrió la puerta ocurrió una sorprendente transformación, su bronceada cara estaba plena de sonrisas, abrazo a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa.

Posteriormente me acompañó hasta el carro. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunte acerca de lo que le había visto hacer un rato antes.

"Oh, ese es mi árbol de problemas", contestó. Sé que yo no puedo evitar tener problemas en mi trabajo, pero una cosa es segura, los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa ni a mis hijos. Luego por la mañana los recojo otra vez".

"Lo divertido es", dijo sonriendo, "que cuando salgo por la mañana a recogerlos, ya no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior."